CIUDAD DE MÉXICO, septiembre 26 (EL UNIVERSAL).- Cuando David «Zurdito» García fue reclutado por los Avispones de Chilpancingo, de Tercera División, Roberta Evangelista, su madre, estuvo en las tribunas, como en cada entrenamiento… Como siempre.
Aquel niño que se iba de su casa para jugar con sus amigos y que hacía bolas de papel en su escuela, comenzaba a vivir el sueño.
«Desde los siete años, comenzó a jugar, se me escapaba de la casa. A veces me asustaba, porque ya no lo veía y lo encontraba bien feliz en una cancha que estaba a unas cuadras; lo encontraba bien feliz. De momento, sí me molestaba, pero fui entendiendo poco a poco su pasión. Traté de acompañarlo en lo que más podía, me gustaba que fuera responsable», recordó, en charla con EL UNIVERSAL.
El «Zurdito» era aficionado de las Chivas, pero le decían que se parecía a Raúl Jiménez, entonces delantero del América. Fanático de Cristiano Ronaldo, siempre tuvo el apoyo de su familia.
Su muerte es irreparable, pero Roberta tiene otros dos motores que la impulsan a salir adelante: Jesús y Víctor. Nada le devolverá a su hijo, pero sigue en pie de lucha por velar su recuerdo.
«No nos han indemnizado de la forma correcta. Esperemos que los jueces nos den lo que merecemos como víctimas. Me pueden dar todo el oro del mundo, pero eso no llenaría mi vacío, sólo reclamamos lo justo», solicitó.
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